III CONGRESU DE CANTABRISTAS
Una organización para defender Cantabria
1. INTRODUCCIÓN.
Las elecciones del 28 de mayo de 2023 abrieron una nueva etapa para la política de Cantabria y, en particular, para nuestra formación política. El objeto de la presente ponencia es realizar un análisis del escenario actual y, en consecuencia, establecer algunas líneas de actuación para los próximos años.
Hace ahora cinco años, Cantabristas iniciaba su andadura como fuerza política. Desde aquella sencilla presentación en Torrelavega, el 15 de diciembre de 2018, nuestra fuerza política ha avanzado de forma significativa. Hemos transitado desde un pequeño grupo de personas, cuyo principal capital político era la experiencia en anteriores proyectos de carácter sociopolítico y cultural, a una organización con capacidad de incidencia real en la agenda política de nuestra tierra. El objetivo que nos marcamos entonces, movilizar y reconstruir el cantabrismo como espacio político propio, se ha alcanzado con éxito, abriendo una nueva etapa donde nos planteamos objetivos que tienen que ver con la incidencia e influencia de este espacio en la vida social y política de Cantabria.
Cantabristas es hoy un actor político en proceso de consolidación y crecimiento, cada vez más capaz de ofrecer respuestas a los principales retos y necesidades del pueblo cántabro. Una organización con proyección y vocación de ser un actor determinante en la vida política y que ha demostrado a lo largo de estos años su capacidad para no solo ofrecer alternativas a problemáticas concretas sino dibujar un horizonte de esperanza e ilusión para nuestra tierra y nuestra gente.
En estos años, hemos conformado una organización en crecimiento, en mitad de un ciclo de desmovilización y desánimo que está atravesando el espacio progresista, desde el ámbito político-institucional hasta el plano de los movimientos sociales. Un movimiento, el de Cantabristas, que resulta excepcional en nuestro contexto y que ha sido capaz de desarrollarse y avanzar a pesar del viento de cara de los últimos años.
Son varios, a nuestro juicio, los motivos por los que Cantabristas ha sido capaz de fortalecerse a lo largo de estos años
Por una parte, el hecho de haber desarrollado un lenguaje y estilo de comunicación propio, alejado de los estereotipos y referencias de otras organizaciones y tradiciones políticas, adaptado al contexto y la realidad de Cantabria, evitando de manera consciente asumir pautas o formas de comunicación propias de otros ámbitos geográficos y reproducir los modelos de comunicación demostradamente ineficaces del resto de actores de la política cántabra.
El desarrollo de ese lenguaje y estilo de comunicación propio se ha visto favorecido por la apuesta que hemos realizado, desde un primer momento, en desarrollar una agenda diferenciada, de carácter estrictamente cántabro y vinculada a la percepción y preocupación social por determinados temas. Se trata de poner en la agenda una serie de temas principales, que son estructurales en el modelo socioeconómico de Cantabria, a partir de actuaciones, propuestas, documentos y manifestaciones públicas sobre aspectos concretos pero coherentes con un planteamiento general. De este modo, se han ido configurando algunas de las principales líneas de trabajo de nuestra organización: en el ámbito de la defensa del territorio, en la apuesta por otro modelo de desarrollo frente a la turistificación masiva y en la defensa de los valores culturales y patrimoniales de Cantabria, entre otros.
Es, por lo tanto, el planteamiento de temas concretos, a través de los cuáles se manifiestan los planteamientos generales y de fondo, un aspecto definitorio de la estrategia comunicativa de nuestra organización.
El motivo por el que se apostó por esta vía, alternativa a trasladar de manera directa y continuada los planteamientos generales de fondo, parte de la tesis de que el campo de disputa de los discursos políticos está definido a partir de la percepción social de la realidad y es, a partir de esa percepción que la opinión pública tiene sobre los hechos y la disputa en torno a esa percepción, desde donde es posible desplegar un conjunto de ideas de carácter general que explican e impugnan desde la raíz las bases de las problemáticas que estamos tratando. No tratamos de educar a la opinión pública en la aceptación de nuestro planteamiento político sino que desarrollamos ese planteamiento político a partir de las preocupaciones, perspectivas y necesidades de la sociedad cántabra.
Por otra parte, otro de los elementos que explican el crecimiento de Cantabristas es la identificación de nuestra formación con elementos de carácter transversal y que apelan a amplias mayorías sociales de nuestro país. La identificación de Cantabristas con la defensa de Cantabria, sus valores ambientales, culturales y patrimoniales, es un buen ejemplo. También la vinculación de Cantabristas con la renovación, el aire nuevo, como alternativa al enranciado ambiente de la política autonómica de los últimos años. También la identificación de Cantabristas como fuerza defensora de los intereses de la gente de Cantabria frente a los intereses del colonialismo turístico. Esa vocación transversal se encuentra presente en la denominación, la imagen y la comunicación de nuestra formación política.
Una transversalidad, por supuesto, que nunca hemos entendido como equidistancia o indiferencia ante la realidad en la que vivimos. No se trata de no posicionarse, sino de posicionarse apelando al conjunto de las personas cuyos intereses y valores son coincidentes con lo que estamos planteando, asumiendo que el conflicto de intereses contrapuestos, en el plano material pero también en el plano cultural, forma parte de cualquier realidad social y Cantabristas es parte en ese conflicto, en favor de los intereses de las clases populares y trabajadoras, de la mayoría social.
Junto a todo lo anterior, se ha tratado de desarrollar un trabajo que refleja estabilidad, coherencia y continuidad a lo largo del tiempo. Partiendo del hecho indiscutible de que la imagen de un partido, en un panorama político y mediático como el cántabro, se construye fundamentalmente a partir de un proceso sostenido en el tiempo, hemos apostado siempre por mantener una actitud coherente, así como un discurso y una imagen que reflejan una línea de continuidad desde nuestra fundación hasta el día de hoy. Una decisión política que, consideramos, ha demostrado ser acertada, eficaz y adecuada a nuestro contexto sociopolítico.
Por último, cabe destacar la considerable capacidad de trabajo que ha demostrado nuestra organización, cuyo mejor ejemplo es la formulación de propuestas de carácter sectorial que han tenido y continúan teniendo incidencia en la agenda política y en el debate público, entre las que podemos destacar el Modelo Cántabro de Transportes, el documento Cuidar Cantabria como alternativa al modelo turístico vigente o la Propuesta para la delimitación de las comarcas de Cantabria.
Estos son, de forma resumida, algunos de los principales elementos que explican la evolución de nuestra formación política en los últimos años y que, desde luego, podrían desarrollarse con mayor nivel de detalle y profundidad. No es, sin embargo, el objeto principal de esta ponencia, donde procederemos a plantear una serie de líneas de actuación en el corto, medio y largo plazo.
2. EL PAPEL DEL CANTABRISMO EN ESTE ESCENARIO: LÍNEAS DE ACTUACIÓN PARA LOS PRÓXIMOS DOS AÑOS
2.1. Cantabristas, el partido que defiende Cantabria.
Cada vez son mayores los sectores de la sociedad cántabra que perciben como los partidos mayoritarios no defienden Cantabria. Un hecho que la actualidad ha ido poniendo en evidencia en numerosas ocasiones. La distancia entre la agenda política de los principales partidos de Cantabria y las demandas y necesidades de la sociedad es notoria, y encuentra uno de sus mayores ejemplos en la lamentable situación de nuestro transporte de cercanías. Mientras la agenda política de algunos partidos ha orbitado durante décadas en torno a proyectos como el AVE, que nadie o prácticamente nadie en la calle demanda, las necesidades de la población cántabra han transitado en otra dirección.
Proyectos como el polígono de La Pasiega son también un buen reflejo de la distancia entre la agenda político-mediática, donde ha estado y está en el centro; y la agenda de la sociedad cántabra, donde nadie o prácticamente nadie espera nada de un proyecto que suena al humo de siempre y que, además, supone una agresión al territorio que recuerda a tantas otras que se han llevado a cabo sin obtener contrapartida ni beneficio alguno para el interés general.
Lo cierto es que cada vez la sociedad cántabra es menos permeable a las promesas, a los grandes proyectos que supuestamente transformarán Cantabria, y sostiene una posición de escepticismo y desconfianza, ganada a pulso por las políticas fallidas de varias décadas impulsando este modelo económico.
Pero, ¿qué es defender Cantabria?
El PRC plantea la defensa de Cantabria como una pugna entre el gobierno autonómico y el central. Entienden que Cantabria no recibe las inversiones necesarias para nuestro desarrollo y que además son otras comunidades las que reciben la mayor parte de las inversiones. En este sentido el PRC plantea siempre la cuestión de la financiación en términos de agravio comparativo.
Esta confrontación con Madrid nunca se planteó en términos de ganar en autonomía, durante mucho tiempo ni siquiera reclamaron las competencias en materia ferroviaria, y solo se reduce a solicitar al estado mayores inversiones en obras públicas e infraestructuras. En ningún caso entran en conflicto con los intereses que pueda defender el gobierno central para Cantabria, con la salvedad de alguna cuestión concreta con la que hacer demagogia, como es el caso de la protección del lobo.
Encontramos, por lo tanto, una concepción de la autonomía reducida a una entidad de gestión, apoyada por el PRC en base a un análisis deficiente de las causas, motivaciones y posibilidades de la autonomía política del pueblo cántabro. Deficiente en la medida en que el PRC no comprende que el factor motivacional de la autonomía de Cantabria no es la constitución de una entidad gestora de los recursos provenientes del Estado sino una manifestación de la voluntad política del pueblo cántabro de autogobernarse, con toda la profundidad, responsabilidad y posibilidades que eso conlleva. Una ampliación cuantitativa, en definitiva, de la lógica de una Diputación Provincial, que en absoluto tiene que ver con la reclamación mayoritaria de autonomía que motivó la consecución y formación de una Cantabria autónoma.
En ese sentido, la lógica del gobierno cántabro como entidad reclamadora de inversiones al gobierno central no ha logrado instalarse en el imaginario colectivo como un proyecto autonómico de interés. En ese fracaso, tiene que ver tanto en incumplimiento sistemático de los acuerdos por parte del gobierno central como el juego permanente de los partidos de ámbito estatal en la reclamación de inversiones a la vez que niegan y demoran las mismas desde sus posiciones en Madrid.
La débil posición negociadora de Cantabria en el ámbito estatal, añadida a diferentes factores endógenos, ha desembocado en un fuerte sucursalismo de las marcas estatales asentadas en Cantabria. El carácter periférico e irrelevante de las ejecutivas autonómicas del PP y el PSOE en el ámbito estatal, se ha observado con claridad en la nula capacidad de sus dirigentes para plantear conflictos de interés en el seno de sus propias organizaciones. Mientras los líderes autonómicos de estas fuerzas, en muchas otras CCAA, han sido capaces de plantear retos y disputas a sus partidos en lo que se refiere a la defensa de intereses propios, los liderazgos autonómicos de las dos principales fuerzas estatales han mantenido una línea constante de seguidismo y aceptación del reparto de inversiones y del planteamiento de políticas dirigidas desde Madrid.
Esta naturaleza sucursalista de las principales marcas estatales, no sólo tiene explicación en el peso demográfico y económico de nuestra Comunidad con respecto al conjunto del Estado, sino que supone una apuesta política consciente de una dirigencia autonómica que, en muchas ocasiones, responde a intereses particulares – como la posibilidad de desarrollar una carrera política en el ámbito estatal – y es servil a las maniobras de las ejecutivas estatales, que han tenido capacidad constante de quitar y poner en los cargos de responsabilidad de los partidos en el ámbito cántabro.
A la lógica sucursalista, en el caso del Partido Popular, se suma un profundo carácter antiautonomista, que sienta sus bases en el desprecio histórico de gran parte de las élites a cualquier expresión de la identidad cántabra, y que encuentra una de sus manifestaciones más claras en la oposición de las fuerzas políticas de la derecha posfranquista a la autonomía de Cantabria. Este carácter contrario a la autonomía de Cantabria, está presente como telón de fondo en una práctica política en la que se plantean discursos que ponen en cuestión la viabilidad de la autonomía desde un punto de vista económico, a modo de profecía autocumplida, y se manifiesta en políticas que efectivamente buscan provocar la asfixia de la financiación autonómica, a partir de políticas de reducción de ingresos públicos y recorte de los servicios públicos.
La posición política hipercentralista de fondo del Partido Popular es, sin embargo, algo que no van a manifestar públicamente de manera clara: una agenda oculta de desmantelamiento autonómico que no están dispuestos a revelar mientras sepan, como saben, que cualquier discurso contrario al autogobierno y la identidad cántabra es, aún después de todo, profundamente antipopular e inviable políticamente si se pretende atraer a sectores determinantes de la sociedad cántabra.
La defensa de Cantabria es, por lo tanto, desde la perspectiva del cantabrismo, la acción política que se fundamenta en la voluntad del pueblo cántabro, del que forma parte, de autogobernarse para defender los intereses, los valores y los objetivos que le son propios y que define, por sí mismo, a lo largo del tiempo.
Y esa acción política está encaminada a la consecución de una serie de objetivos que incluyen, desde la preservación de los valores culturales y patrimoniales de nuestro pueblo, pasando por la defensa de nuestro territorio y medio ambiente, hasta el avance hacia una sociedad basada en los principios de libertad, igualdad y justicia social.
Es, por lo tanto, un objetivo fundamental de Cantabristas el desarrollo de un espacio político y social con marco cántabro, que contribuya al fortalecimiento de nuestra capacidad de decisión en todos los ámbitos y al desarrollo propio de las capacidades y la voluntad de nuestro pueblo.
2.2. Cantabria ante la amenaza del neocolonialismo turístico.
Uno de los principales conflictos sociales que se está asentando entre la población cántabra es el derivado del extremado aumento del turismo en nuestra tierra, especialmente en la temporada estival, pero que ahora también alcanza otras festividades y épocas del año. Conocemos datos turísticos que invitan a pensar que se está sobrepasando notablemente la capacidad de carga turística de nuestro territorio, y la tendencia es creciente. Sin embargo, los principales partidos -liderados por un PRC que creyó encontrar la gallina de los huevos de oro en el turismo- llevan años invirtiendo todos los esfuerzos institucionales en materia económica al incremento del turismo, lo que ha desembocado en una situación de masificación turística palpable ya no solo en las zonas más tensionadas, sino en una gran parte del territorio.
Evidentemente, somos conscientes de que el contexto global también ha influido decididamente en el auge del turismo en Cantabria. En concreto, las consecuencias del cambio climático, que están provocando un desplazamiento o éxodo turístico en verano de zonas tradicionalmente masificadas como el Levante o el Mediterráneo a zonas del norte peninsular, con temperaturas mucho más agradables. En relación con el fenómeno del crecimiento del fenómeno turístico asociado a la búsqueda de “refugio climático”, cabe señalar que la características del fenómeno no nos pueden llevar a considerar que se está produciendo un éxodo socialmente heterogéneo, sino una manifestación de los privilegios de las élites que pueden permitirse instalar sus segundas residencias en lugares como Cantabria, al tiempo que las clases populares de los lugares de origen se ven obligadas a soportar condiciones cada vez más difíciles. Lo que podemos considerar una nueva forma de neocolonialismo turístico está atravesado por un componente de clase que es necesario considerar y es fundamental a la hora de analizar lo que está sucediendo y de plantear discursos sobre esta cuestión.
No debemos olvidar tampoco el hecho de que Cantabria continúa, a día de hoy, sin una estrategia turística definida. Es decir, la labor institucional de captación turística es, en términos de gestión, absolutamente caótica. No hay un planteamiento de fondo, ni un análisis del turismo a incentivar, ni una respuesta a las externalidades que genera, ni una previsión siquiera de los objetivos a alcanzar en el sector turístico. No estamos hablando ya de que ni PP, ni PRC, ni PSOE, apuesten por el turismo sostenible y respetuoso con el medioambiente, estamos hablando de que ninguno de los principales partidos políticos de Cantabria tiene un plan u orientación concreta sobre cómo debe ser el turismo.
Todo esto ha desembocado en una situación gravísima de burbuja inmobiliaria, elevando los precios de la vivienda hasta límites inalcanzables para la inmensa mayoría de la población cántabra, pero aún muy asequibles para los actuales principales compradores, procedentes en su mayoría del País Vasco y Madrid, con salarios significativamente más elevados. El mercado del alquiler también se encuentra en una situación muy peligrosa, siendo cada vez más complicado encontrar alquileres que respeten al inquilino la estancia todo el año, y siendo cada vez más común la práctica de establecer contratos de arrendamiento exclusivamente de septiembre a mayo, obligando a las familias a irse en verano para dedicarlo a la renta turística, de la que cada vez se puede extraer mayor beneficio. Es inaceptable que la población cántabra, especialmente la más joven, esté siendo expulsada de sus pueblos por la presión turística o por el incremento de los precios del mercado inmobiliario.
La prestación de servicios también se resiente con la masificación turística, ya que hay una inmensa cantidad de municipios cántabros que deben prestar unos servicios sufragados por un escueto número de habitantes a un número poblacional que, durante el verano, en algunos casos aumenta en hasta un 3.000%. Un hecho que, por ejemplo, repercute en considerable aumento estacional de la demanda para el sistema sanitario cántabro, ampliando más aún nuestra presión asistencial y saturando los limitados e insuficientes recursos de nuestros hospitales y centros de salud.
El deterioro de nuestro entorno debido a la masificación turística también es algo que se hace cada vez más evidente, como puede verse en casos como el Faro del Caballo, en Santoña, o el parque de secuoyas de Cabezón de la Sal, o en los incesantes intentos de construir apartamentos turísticos o instalaciones semejantes en zonas protegidas y suelo rústico.
Por lo tanto, el auge del turismo masivo va enmarcado en un proceso de neocolonialismo a través del cual el territorio cántabro se está convirtiendo en un resort turístico para las élites adineradas que pueden venir a disfrutar de él cuando les venga en gana, condenando a la población que vivimos aquí todo el año a trabajar de forma precaria en el sector servicios o a marcharnos de nuestros hogares. La dinámica perversa del neocolonialismo turístico encuentra sus defensores en los partidos políticos sucursales, de ámbito estatal, que ven con normalidad este proceso injusto según el cual la población de unas zonas se convierte en sierva de otra. El análisis, de marco estatal, de estos partidos minusvalora la importancia de la transformación social y territorial de Cantabria derivada de esta dinámica. La característica fundamental del modelo es y el principal motivo de preocupación es, desde la óptica del cantabrismo, la dedicación de la vivienda y el suelo al negocio turístico, en detrimento de la fijación de población y la dedicación del suelo fértil a usos compatibles con su naturaleza. La irreversibilidad del modelo es una de las principales amenazas para el futuro de Cantabria en el medio y largo plazo.
Es aquí donde entra en juego el papel de la soberanía, como complemento indisociable de la democracia para alcanzar una sociedad justa, pues es la única herramienta para poner en valor la voluntad y los derechos del territorio que está sufriendo esa neocolonización, en este caso espoleada por la masificación turística. No es aceptable que la gente con mayor poder adquisitivo expulse de sus lugares de residencia y arraigo a la mayoría social para poder disfrutar de unas vacaciones junto al mar o la montaña. No es aceptable que la voluntad del ocupante temporal tenga mayor peso que la del residente durante todo el año. Y no es aceptable que Cantabria se convierta en un resort turístico porque así lo han decidido y lo demandan desde fuera de Cantabria.
No hay que olvidar tampoco a los agentes propios de nuestra tierra que se están enriqueciendo con todo este proceso, que son los que están más vinculados a los principales partidos políticos que nos han gobernado, y quienes han abierto las puertas de par en par al descontrol urbanístico y al neocolonialismo turístico.
El papel del cantabrismo ante todo esto debe ser el de amplificar la voz de quienes se niegan a que otros decidan el futuro de nuestra tierra. El cantabrismo es la fuerza política democrática y soberanista que, para garantizar la justicia, debe enfrentarse y plantar cara a quienes confían en el “cuanto más mejor” y en la masificación turística como un único y fundamental motor económico. Debemos poner freno a quienes quieren llenar de segundas residencias nuestros pueblos, condenando a sus habitantes a vivir en pueblos fantasma hipersaturados en un par de meses del año.
El cantabrismo debe ofrecer otra vía, la de priorizar el interés de la mayoría social cántabra, la del turismo sostenible y no vinculado a la especulación urbanística, la que mantenga un equilibrio entre el desarrollo del sector turístico -sin restar su actual importancia en la economía de nuestra tierra-, el respeto y cuidado de los entornos naturales y el medioambiente, y garantizar los derechos de la población que reside en Cantabria de forma efectiva. Debe visibilizar los múltiples perjuicios y consecuencias negativas de la visión esquilmadora del turismo masivo, compartida por todos los principales partidos políticos de Cantabria. Y debe hacer ver que el turismo tiene que servir a los intereses y las necesidades de la sociedad cántabra en lugar de ser esta la que se subordine a él.
2.3. Cantabria ante los retos actuales y futuros del cambio climático.
Son pocas las voces que niegan ya de manera abierta el grave problema que supone el cambio climático. Aunque los informes y estudios científicos llevan décadas señalándolo, los diferentes gobiernos europeos apenas han comenzado a tomar medidas.
Los sucesivos gobiernos de Cantabria no han emprendido ninguna iniciativa propia de relevancia para paliar las consecuencias del cambio climático a pesar de tener competencias para ello en diversos ámbitos, ni siquiera medidas sencillas como podría ser la instalación de paneles solares en edificios dependientes de las consejerías tales como centros de salud, institutos, residencias, etc. Todas las iniciativas orientadas a la descarbonización y al fomento de las renovables han venido siempre de la Unión Europea o del gobierno central en menor medida. Esta política de inacción y despreocupación absoluta por un asunto tan grave ha sido y sigue siendo lo habitual en gobiernos anteriores y en el actual gobierno del PP. Lo mismo sucede con los ayuntamientos, que en muchos casos ni siquiera quieren aplicar normativas europeas, como por ejemplo la implementación de zonas de bajas emisiones.
En este contexto de inacción es en el que hay que entender la llegada a Cantabria de decenas de solicitudes para la instalación masiva de polígonos de aerogeneradores. No es por tanto una iniciativa del Gobierno de Cantabria, ni forma parte de una estrategia definida a nivel energético, sino que son las empresas las que se lanzan a la “caza” de lugares en los que emplazar los polígonos eólicos. Muchas veces en espacios protegidos, zonas de aprovechamiento ganadero y forestal así como en las inmediaciones de lugares habitados. En una Cantabria con un desorden territorial enorme, en la que no existe ni siquiera un Plan de Ordenación del Territorio, la instalación masiva de polígonos eólicos resulta simplemente inaceptable.
La lucha contra el cambio climático no se puede desligar de la lucha por la defensa de la biodiversidad, cuya pérdida a gran escala es otra de las grandes problemáticas de nuestro tiempo, y contra el extractivismo del oligopolio energético y sus aliados en Madrid o en Cantabria. Cantabristas es un partido que ha mostrado un compromiso firme con el ecologismo al que consideramos inseparable de la defensa del territorio.
Desde Cantabristas defendemos que el gobierno de Cantabria y los ayuntamientos deben tomar medidas activas a favor de la descarbonización y contra el cambio climático. Estas políticas deben seguir principios marcados por la preservación del planeta, del territorio de Cantabria, su biodiversidad y de sus habitantes. Para ello es fundamental desarrollar un modelo alternativo de implementación de las energías renovables en la que la que la generación de la energía se sitúe de forma proporcionada en las inmediaciones de los lugares donde se va a consumir, así como en espacios industriales y urbanos en lugar de en espacios naturales. Además, son necesarias políticas públicas destinadas a evitar el despilfarro energético y que permitan mejorar la eficiencia energética de los edificios. El transporte es también un elemento fundamental y la reivindicación de un tren de cercanías moderno y eficiente es clave para reducir el uso del vehículo privado y contribuir a la descarbonización.
Resulta fundamental también la defensa de los espacios naturales y los suelos para uso agrícola y ganadero frente a las políticas del hormigón. La preservación de estos espacios además de los evidentes beneficios económicos, paisajísticos y medioambientales contribuye decisivamente a la mitigación del cambio climático ya que las praderías y especialmente los bosques actúan como sumideros de carbono.
En ese sentido, nuestra apuesta a nivel institucional es la elaboración participativa y aprobación de un Plan de Ordenación del Territorio. Consideramos urgente y necesaria la aprobación de esta herramienta y, al mismo tiempo, mantenemos una actitud crítica con la eventual aprobación de un Plan que, aun mejorando el absoluto caos actual, no reúna los requisitos imprescindibles para garantizar la protección del suelo, la sostenibilidad real y afrontar los retos de nuestro tiempo.
En el contexto del cambio climático, proponemos avanzar en la elaboración de una Estrategia de resiliencia climática, enfocada a mitigar y lograr una adaptación socialmente justa, garantista y ambientalmente sostenible a los efectos del cambio climático en los próximos treinta años.
La estrategia del cantabrismo es, por lo tanto, afrontar la irrenunciable necesidad de combatir las consecuencias del cambio climático aterrizando las reivindicaciones y demandas globales a las necesidades y especificidades de nuestro territorio.
2.4. Cantabria en la encrucijada cultural de la globalización neoliberal.
Vivimos en un mundo cada vez más globalizado en el plano cultural. La cultura de masas que en la segunda mitad del siglo XX transformó las sociedades humanas en todo el mundo, ha llegado a un nivel de incidencia mayor en el XXI con el uso generalizado de internet y de las redes sociales. Nos encontramos posiblemente en la etapa de la historia humana en la que más personas en todo el mundo comparten unas mismas referencias culturales, estéticas, comunicativas, etc. Es en este contexto de homogeneización cultural masiva y globalizada en el que, en cierta medida como reacción a esta, afloran una gran multitud de identidades (territoriales, de género, orientación sexual, vinculadas al ocio, etc). Dentro de estas identidades tiene un peso significativo, aunque para nada único, la identidad de pertenencia a una comunidad humana de carácter nacional pero sin estado propio como es la identidad cántabra. En un proceso que se está dando también en otras nacionalidades del estado español, se está produciendo toda una corriente identitaria de reafirmación de lo propio. En cierta medida, aunque no solo, surge también como reacción ante el modelo del españolismo excluyente y agresivo que resulta particularmente intolerante con las manifestaciones culturales, lingüísticas e identitarias de las nacionalidades periféricas.
Este proceso de reafirmación de la identidad cántabra se caracteriza por un mayor interés por multitud de cuestiones que constituyen la identidad de nuestro pueblo, desde el interés por la recuperación del cántabru, la música tradicional, la recuperación de tradiciones perdidas, el consumo y producción de alimentos locales, la defensa de nuestro patrimonio natural o arquitectónico o simplemente una reafirmación del sentimiento de pertenencia a Cantabria.
Cantabristas es la fuerza política que mejor representa este movimiento cultural e identitario. Por un lado, porque participamos de las mismas inquietudes y tratamos de dar una respuesta política a esta búsqueda y recuperación de nuestra identidad. Por otro lado, porque nuestro compromiso con la cultura cántabra no está mediado por otros intereses, como servir de atractivo turístico o la rentabilidad electoral, tal y como ha hecho el PRC, sino que para nosotros se trata de un fin en sí mismo. Un ejemplo claro lo tenemos con el caso del cántabru. Nuestro compromiso por la defensa de la lengua y el apoyo a las organizaciones que buscan su revitalización es firme, aunque a día de hoy no sea aún un tema con capacidad de movilizar a mayorías sociales. Lo mismo sucede con otros aspectos de nuestra cultura, o en otros ámbitos. No se trata de estrategias sino fines en sí mismos para cuya defensa nació Cantabristas.
La identidad colectiva y, en este caso, la identidad cántabra, es además un elemento configurador de la comunidad que consideramos absolutamente necesario desde la lógica de la transformación social. Es en la comunidad donde es posible el crecimiento de una fuerza política y social transformadora, movida por valores que priman el interés colectivo, la gestión participativa de lo común, los derechos sociales y la defensa de la igualdad en el plano social y económico. Por eso, el proyecto de una fuerza política como la nuestra y, consideramos, de cualquier fuerza política que pretenda la transformación social en nuestra realidad, está indisolublemente ligado a la construcción y fortalecimiento de esa comunidad.
Además, partimos de una manera de entender la cultura cántabra que no la concibe como un elemento monolítico y rígido, sino que la entendemos como algo diverso e inclusivo que intersecciona y se complementa con otras identidades como pueden ser los feminismos o el movimiento LGTB (la utilización del cántabru “argullu” es un buen ejemplo de esto). Evidentemente, la identidad cántabra es también una identidad abierta a todas aquellas personas no nacidas en Cantabria pero que viven y se sienten parte de la misma. Una identidad abierta, diversa en sus manifestaciones y que tiene y debe tener un papel fundamental en la configuración de la Cantabria del futuro. Una identidad en la que confluye un equilibrio entre la identidad histórica, la identidad presente y la construcción colectiva de la Cantabria que queremos para el futuro.
2.5. El cantabrismo en la batalla cultural de la ola reaccionaria internacional.
En medio de un contexto de auge de la extrema derecha a todos los niveles, el cantabrismo tiene un papel clave en la lucha contra los discursos y las políticas reaccionarias. El cantabrismo no solo mantiene un discurso progresista en cuanto a los derechos de las mujeres, migrantes, LGTB, etc., sino que tiene capacidad para generar una manera de entender la política que limita enormemente la incidencia de los discursos ultraderechistas. Estos discursos tienen capacidad de implantarse en la sociedad en la medida en la que la política deja de ser una necesidad humana para gestionar el común y se convierte en un espectáculo mediático a través de la TV, las redes sociales o los grandes medios de comunicación. Desde las fuerzas reaccionarias, representadas en Cantabria principalmente por Vox y también el PP, así como sus medios de comunicación afines, pueden desplegar todas las trampas discursivas, los discursos negacionistas y de odio, las mentiras, las manipulaciones mediáticas y el sensacionalismo.
El cantabrismo debe cuestionar esta manera de entender la política como espectáculo desligado de las problemáticas reales de la sociedad cántabra. Resulta muy necesario llevar siempre la política al terreno de los problemas reales y especialmente de las soluciones factibles a esos problemas. Para ello es muy importante practicar una política de cercanía que sirva para mejorar la vida de la gente tanto en el día a día como en el medio y largo plazo. Esta política que defiende el cantabrismo tiene como prioridad la defensa de los derechos de las personas que habitamos esta tierra, independientemente de su origen y condición, y la preservación de nuestra naturaleza, patrimonio, cultura, etc. Ante estos planteamientos la ultraderecha tiene poco o nada que decir y es precisamente en ese terreno donde se les debe confrontar. ¿Qué tiene que decir Vox sobre el desastroso transporte de cercanías de Cantabria? ¿Y sobre las listas de espera en sanidad? ¿Y sobre la defensa de nuestro entorno natural? Son preguntas para las que no tienen respuesta. En cambio, tienen mucho que decir sobre cuestiones absolutamente irrelevantes para la vida de las y los cántabros como la glorificación del Imperio español, las juras de bandera cívico-militares, la lucha contra la “ideología de género” o la exigencia del llamado pin parental. Cuestiones todas ellas absolutamente ajenas a las necesidades y problemáticas de la población cántabra. Esta desconexión entre el discurso de la ultraderecha y los problemas y necesidades materiales reales de la gente se puede apreciar bien en el ámbito municipal, donde se ve claramente cómo la ultraderecha no difiere en sus políticas de la pésima gestión de la derecha conservadora tradicional.
De la misma manera que se debe cuestionar la forma de entender la política como espectáculo y como discurso vacío, es importante también no comprar el discurso que la ultraderecha emite sobre sí misma. Se presentan normalmente, ya sea Vox o directamente el PP, como adalides de una cruzada contra un enemigo demonizado al que se deshumaniza y estigmatiza. Esta elevación del discurso busca generar adhesiones e inflamar de retórica épica, revistiendo lo que en realidad no son más que políticas antisociales que solo benefician a una minoría. Mientras las fuerzas reaccionarias buscan que los debates sean acerca de los discursos que emiten, nosotros debemos buscar el debate en las medidas políticas que proponen o apoyan sus cargos electos y en las acciones de gobierno que llevan a cabo en los lugares donde gobiernan. Ellos se venden como gestores “duros” pero eficientes que vienen a “poner orden” en las instituciones y en la sociedad. En realidad, consideran las instituciones como un patrimonio personal y las manejan para favorecer intereses privados. Son, en este sentido, pésimos gestores de lo público y sus políticas generan un gran sufrimiento social y medioambiental que además luego resulta muy difícil revertir.
El cantabrismo es, por su proyecto transformador, favorable al interés de las mayorías, de las clases populares y trabajadoras, y de los derechos civiles, sociales y políticos de todas las personas, una fuerza antagónica a la extrema derecha. Lo es también por su carácter cántabro, absolutamente alejado de la lógica del nacionalismo español y su naturaleza excluyente. Una oposición que sienta sus raíces en el carácter eminentemente popular de la defensa del autogobierno de Cantabria y en los valores y principios de la izquierda transformadora de la que históricamente formamos parte.
2.6. La necesidad de sentar bases para avanzar hacia una nueva Cantabria.
Ante todo esto, el peor escenario en el que podemos encontrarnos es el de absoluta desmovilización y desarticulación del tejido social cántabro. Por ello, una de las labores primordiales, fundamentales y, en esencia, fundacionales del nuevo cantabrismo es, precisamente, la de sentar unas bases sólidas sobre las que edificar la nueva Cantabria hacia la que queremos avanzar y por la que debemos luchar. Esto implica, inexcusablemente, realizar un trabajo político desde un prisma abierto, asertivo y flexible, que no acepte en su seno ningún tipo de dogmatismo y que sea capaz de incluir a todas las personas que compartan los principios básicos del sentido democrático, el valor de la igualdad y la justicia social, y el respeto a la soberanía de los pueblos.
Para articular esta pulsión movilizadora de cambio, es imprescindible generar una organización propia y autónoma, que no sea ni una copia de otros modelos foráneos ni una sucursal de entidades de ámbito supra autonómico, sino un organismo vivo, que beba de las particularidades, los modos de vida, el sentido común y la opinión pública de Cantabria. Desde el auge del 15M, en nuestra tierra hemos dejado que el estado y la fortaleza del bloque transformador autóctono estén estrictamente definidos por fuerzas ajenas, ya sean liderazgos particulares o corrientes/mareas de acción. Esto ha provocado que, ante el decaimiento de la organización sectorial (mareas de la sanidad o la educación pública) a nivel general, el desmoronamiento de las figuras políticas más relevantes surgidas de la voluntad popular demandada en el 15M, y la reorganización del bloque de las derechas aliadas con la postverdad y las élites económicas; en Cantabria hayamos quedado a merced de las olas en medio de un temporal que ha ido destruyendo los pequeños barcos que cohabitaban sin llegar a colaborar.
Debemos cambiar esta dinámica, responsabilizarnos de nuestros actos y nuestro futuro y tomar las riendas de la acción política cántabra. Solo así, lograremos:
a. Dar voz a Cantabria dentro del panorama estatal y global. Hasta el surgimiento y consolidación de Cantabristas, hemos visto cómo el panorama político-mediático cántabro estaba prácticamente siempre condicionado por los temas de ámbito estatal que iban aterrizando en nuestra tierra con mayor o menor acierto y asimilación. Hemos logrado poner en agenda temas como la necesidad de reestructurar nuestro transporte público de cercanías, la urgencia de regular el turismo para evitar la masificación, o las consecuencias negativas de las políticas del hormigón. Debemos seguir avanzando por este camino, haciendo que en Cantabria el centro del marco de pensamiento político de su gente sea Cantabria. Solo entonces podremos afrontar con dignidad y posibilidades de victoria muchos de los grandes retos globales que vendrán próximamente. De lo contrario, dejaremos que otros decidan no solo qué pasará con nuestra tierra, sino en muchas ocasiones qué pensaremos en nuestra tierra. Algo, a todas luces, peligroso e irresponsable.
b. Tejer redes y lazos entre asociaciones y sociedad civil para afrontar los retos del momento histórico. Solo con las raíces y los pies en nuestro territorio podremos entablar relaciones mutuamente beneficiosas y respetuosas con otras asociaciones, organizaciones y con la sociedad civil cántabra. En innumerables ocasiones, las rencillas internas, las luchas de poder y las dinámicas perniciosas que acontecían en el seno de organizaciones sitas a muchos kilómetros de Cantabria, han repercutido directamente en las relaciones entre iguales que debían darse en el seno del movimiento transformador autóctono, con resultados desastrosos que aún hoy estamos padeciendo. Debemos desligarnos de las malas prácticas, de las decisiones impuestas y del sucursalismo para poder reorganizar las bases sociales de Cantabria y poder fortalecer un tejido social que plante cara a los ataques que estamos viviendo y viviremos. La transformación que queremos para Cantabria implica necesariamente contar con la acción de otros actores sociales y coordinación, sinergia y colaboración entre los mismos y nuestra fuerza política.
c. Definir objetivos y necesidades del pueblo cántabro. Desafortunadamente, los representantes públicos del pueblo cántabro no han servido, a lo largo de las últimas décadas, para definir los objetivos y las metas que debe alcanzar Cantabria en los años venideros. Ni siquiera han imaginado la Cantabria en la que querrían vivir dentro de 25 años. Lejos de ello, se ha asentado el mantra de la gestión, convirtiendo las instituciones autonómicas en poco más que diputaciones provinciales dedicadas a aterrizar la financiación estatal. De esa forma, nuestra comunidad lleva vagando a golpe de improvisación demasiados años ya. Esto debe cambiar, debemos pensar el futuro que queremos dar a las generaciones venideras y a nuestro territorio, estableciendo unos objetivos que estén fundamentados en las necesidades del pueblo cántabro.
d. Diseñar estrategias para la consecución de las metas que nos marquemos. Solo se puede elaborar una estrategia ganadora cuando tienes el discurso (la voz de Cantabria), las bases materiales (tejido social) y las metas (objetivos del pueblo cántabro) estrictamente definidos. Estas estrategias de acción deben ser flexibles y marcadas por el carácter de la adaptabilidad y la pertinencia, deben proceder de la voluntad popular y deben estar guiadas por el respeto a nuestro medioambiente y nuestra cultura. Estrategias propias, particularizadas y nunca copiadas irracionalmente de otras experiencias sociopolíticas de nuestro entorno.
Solo así podremos establecer las bases para avanzar hacia una nueva Cantabria más justa, verde, libre e igualitaria. En esta hoja de ruta, Cantabristas debe cumplir el papel fundamental de ser motor, correa de transmisión y ejemplo a seguir. Por eso, nuestra praxis política debe ir siempre pareja a los planteamientos teóricos expresados en ponencias como esta, evolucionando y adaptándose a los cambios sociales, sin perder nunca los valores y principios esenciales del cantabrismo.
3. HORIZONTES DEL CANTABRISMO EN EL MEDIO Y LARGO PLAZO.
3.1. Cantabristas como actor determinante en la política cántabra.
Cantabristas, como hemos desarrollado en los puntos anteriores y especialmente en la introducción, es hoy una fuerza política en proceso de consolidación y crecimiento. Un partido que, desde un inicio, ha tenido y tiene vocación de ser un actor fundamental en la política cántabra.
Esa visión estratégica, a largo plazo, de nuestra fuerza política, no podría realizarse de manera exitosa sin atravesar diferentes etapas, con objetivos adaptados a las posibilidades de cada una de ellas. Afrontamos objetivos ambiciosos con realismo y conciencia de nuestras capacidades en cada momento.
Se trata de crecer sobre unas bases que nos permitan afrontar, además de etapas de crecimiento y expansión, etapas en las que el contexto o las decisiones que vamos tomando puedan repercutir negativamente en nuestra organización y objetivos. Esto solo es posible desarrollando un trabajo continuado y coherente en el tiempo, que nos permita desarrollar una base social sólida y una influencia sostenida y constante.
A partir de ese trabajo y del análisis de la realidad sociopolítica de Cantabria, hoy planteamos que el objetivo en el plano político-institucional de Cantabristas como fuerza política es situarse, en 2027, como un partido con representación institucional municipal y autonómica. Un objetivo que creemos posible a partir de la dinámica de trabajo que ya estamos desarrollando, que se plasmó en un crecimiento significativo en mayo de 2023, y que creemos que puede ser completamente posible, considerando que ya estamos desarrollando un incremento cualitativo y cuantitativo de nuestra capacidad de trabajo y que éste se va a seguir dando durante los próximos años.
En el plano político-social, el objetivo de Cantabristas a medio plazo es la construcción de espacio social cantabrista, a partir de la identificación de una parte significativa de la población con los valores, principios y objetivos del cantabrismo. Un espacio social suficiente para sostener y servir de base a proyectos colectivos en el plano cultural, social y político, con capacidad de influencia en todos los ámbitos de la vida asociativa y colectiva del país y, en particular, un actor determinante dentro del campo de la izquierda sociopolítica.
3.2. El cantabrismo, fuerza sociopolítica más allá de la institucionalidad.
El cantabrismo, como fuerza transformadora y popular, tiene objetivos que trascienden más allá de la mera presencia institucional. La puesta en marcha de una formación política como la nuestra constituye, desde nuestra óptica, la articulación de una herramienta útil para la defensa de nuestros principios, pero no un fin en sí mismo. Consideramos fundamental mantener la perspectiva sobre el papel que nuestro partido debe desempeñar en la articulación de un movimiento social y político de carácter amplio, con manifestaciones en todos los ámbitos de la vida social de Cantabria.
Si bien el cantabrismo, como espacio social, ha mostrado continuidad a lo largo de las últimas décadas, consideramos que es necesario realizar esfuerzos para revitalizarlo en los diversos frentes, recuperando y ganando espacio social y cultural en un contexto como el actual. El cantabrismo es, como conciencia colectiva, una realidad social de base mucho más amplia que sus manifestaciones organizativas. Es, por lo tanto, necesario avanzar en la visibilización y crecimiento del discurso y horizonte común de la defensa de Cantabria y su gente, ganando espacios en todos los planos, y fortaleciendo una estrategia y agenda común que nos permita aumentar nuestra capacidad de incidencia en la vida social de Cantabria.
La estrategia, a partir de las bases que definimos en el documento público del II Congresu sobre las características del espacio cantabrista, requiere de la colaboración e implicación de Cantabristas, como principal actor y fuerza organizativa en este espacio, en la reconstrucción y revitalización del espacio, siempre desde la lógica de la coordinación, la autonomía organizativa y la definición de líneas de trabajo conjuntas a partir de objetivos comunes.
Por lo tanto, la revitalización del cantabrismo social es uno de los objetivos fundamentales que nos planteamos para los próximos años, como condición necesaria para el avance de nuestra formación política, pero, sobre todo, como elemento indispensable del proyecto de transformación social que el cantabrismo tiene para Cantabria.
3.3. El horizonte ideológico del cantabrismo soberanista.
Tomando algunas de las definiciones planteadas en la ponencia de nuestro primer Congresu, cuyas tesis fundamentales mantienen su vigencia, pasamos a recoger algunos de los principios que definen al cantabrismo soberanista:
Cantabristas es una fuerza que entiende que Cantabria es una nación con características culturales, sociales, económicas y políticas propias que a lo largo de la historia le han ido configurando como pueblo diferenciado. Partiendo de esta singularidad, Cantabristas entiende la construcción de Cantabria como sujeto político capaz de decidir su futuro, sus relaciones y su articulación con otras estructuras político-administrativas, su forma de organización interna y su relación con el resto de los pueblos del mundo. La estrategia del cantabrismo soberanista es la construcción nacional, la articulación de Cantabria como sujeto político propio.
La concepción de Cantabria asumida por Cantabristas se inscribe en las expresiones históricas del progresismo ideológico y social, de la izquierda: democratismo radical, expresiones libertarias, socialismo en sus vertientes diversas de teorización y actuación, y nuevas ideologías. El Cantabrismo es una perspectiva y un planteamiento político abierto, democrático y en constante transformación. Partiendo de unos principios firmes de defensa de Cantabria, su territorio, su cultura y sus clases populares, nuestro planteamiento político es dinámico y se enriquece constantemente por la experiencia acumulada a lo largo del tiempo, por la aparición de nuevas reivindicaciones y luchas y por el surgimiento de nuevas sensibilidades progresistas que se incorporan a nuestro ideario.
Cantabristas es un partido de carácter popular, nacido de estos sectores sociales y que aspira a representar y defender sus intereses frente a las élites y los poderes económicos en los que se apoyan. En ese sentido, Cantabristas es una fuerza política que aboga por avanzar hacia un modelo económico al servicio de las necesidades humanas y de la democracia, poniendo en el centro el interés social y la defensa de los intereses de las clases populares y trabajadoras. Es por eso que nuestra práctica política incide de manera concreta en elementos estructurales del actual modelo productivo, planteando alternativas y tratando de contribuir al avance de otro modelo, en beneficio de los sectores populares que forman la mayoría social a la que pertenecemos.
Para Cantabristas, la cuestión medioambiental y de defensa del territorio es central. Este es, de hecho, un elemento vertebrador de todo el cantabrismo histórico, que entronca con importantes luchas de las últimas décadas. Para nosotras y nosotros, Cantabria no es un ente abstracto sino un territorio con una biodiversidad, modos de vida, y habitantes que es necesario preservar. El compromiso con nuestro territorio es seña de identidad tanto del cantabrismo como de nuestra formación política en particular, y lo seguirá siendo, al mismo tiempo que adoptamos un enfoque de carácter global en cuanto a las necesidades de contribuir, desde Cantabria, a mitigar los efectos del ya inexorable cambio climático, a detener su avance futuro y a contribuir a desarrollar un nuevo modelo económico y energético compatible con el futuro de nuestro planeta y su biodiversidad.
Cantabristas es un partido comprometido con los derechos humanos y la igualdad. Es una fuerza política comprometida con el feminismo, que lo asume y lo integra de manera transversal en su práctica política como parte fundamental del proyecto del cantabrismo. Entendemos la defensa de los derechos de las mujeres como base ideológica en el momento actual y como fundamento del horizonte de transformación social de nuestra tierra, desde un enfoque de lucha contra el patriarcado y sus manifestaciones en el plano económico, social, cultural, laboral, político, etc. Defendemos una perspectiva feminista en el plano de las políticas públicas, pero también en el ámbito de las manifestaciones culturales y la participación social, promoviendo y apostando por la participación igualitaria de mujeres y hombres en éstas.
Cantabristas aboga por una Cantabria que avance en los derechos de todas las personas y colectivos que, a lo largo de los años, han sufrido la opresión y la vulneración de los mismos, y en particular del colectivo LGTBI. Reivindicamos la diversidad como aspecto constitutivo, necesario y positivo para nuestra sociedad.
Cantabristas es una fuerza internacionalista, que integra en sus principios y practica la solidaridad con todos los pueblos del mundo; apostando por la democracia y los derechos humanos. El compromiso con estos, implica defender una Cantabria abierta, diversa y comprometida con la acogida y el derecho de asilo para quienes tienen que dejar su tierra e instalarse aquí.