Las excepcionales pinturas podrían recuperarse de su actual deterioro con el trabajo de restauradores, pero la formación política advierte de que “de no hacerse pronto, esta joya del gótico podría perderse para siempre”
Cantabristas ha alertado del “lamentable estado de abandono” en el que se encuentran las pinturas murales del Lazareto de Abaño, una capilla en el municipio de San Vicente de la Barquera que data del siglo XIII y es uno de los primeros vestigios del gótico en Cantabria. Desde que fuera inventariada como bien patrimonial en 2003, numerosas organizaciones sociales y cívicas han reclamado ya al Gobierno de Cantabria que actúe y “ponga medios para salvar una joya del medievo del abandono con los pertinentes trabajos de restauración y protección”.
El edificio, actualmente “en alarmante deterioro y repleto de moho y humedades que están destruyendo las pinturas”, fue en origen un lugar para el cuidado de personas afectadas por la lepra, para posteriormente, convertirse ya en época moderna en una fábrica artesanal de quesos. Este patrimonio cultural material cántabro es una de las leproserías medievales que mejor documentadas están del norte de la Península Ibérica y alberga unas pinturas únicas en el mundo que, en palabras de Cantabristas, “corren el peligro de desaparecer ante la desatención flagrante de nuestras instituciones”.
La única intervención para el cuidado del Lazareto de Abaño se produjo en 2012, año en el que el ayuntamiento de San Vicente realizó actuaciones de emergencia cercando el conjunto arquitectónico y limpiando la maleza. Desde entonces, “el bardal ha vuelto a devorar la zona y el moho está causando desperfectos en las pinturas que, de no actuar pronto, pueden ser irremediables”, han advertido desde Cantabristas. Incluida en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra, que recoge bienes patrimoniales en estado de abandono, la capilla está en estos momentos sometida a un deterioro progresivo que ha provocado la pérdida de las pinturas murales. Este bien cultural único sigue a la espera de que el Gobierno de Cantabria tome cartas en el asunto y “comience a entender la protección del patrimonio cultural cántabro como una responsabilidad social e histórica”.