Resulta que el Gobierno de Cantabria ha decidido mantener las aulas abiertas la próxima semana, cancelando sin casi antelación la semana de vacaciones que estaba programada en el calendario escolar. También sabemos, por un informe filtrado a la prensa, que no han sido los técnicos de Sanidad, que no incluían esa propuesta en su informe, sino algún político quien ha tomado esa decisión. El Presidente ha mentido, diciendo que fueron los técnicos quienes propusieron la medida. Tras la filtración sabemos que no fue así.
Dicen, quienes son responsables de la decisión, que atiende a criterios de salud pública, que busca evitar la movilidad y el contacto entre los menores y sus abuelos. La escuela, el instituto, y la FP, para atornillar a las familias a su residencia habitual y evitar que se muevan durante el puente. Dudoso criterio, que abre la puerta a que valga todo en favor de medidas sanitarias no contrastadas en ningún lugar. Más dudoso aún, sabiendo que Cantabria finalmente ha decretado el cierre perimetral, con lo que la movilidad ya está limitada.
Esta chapuza supone un atropello a la comunidad educativa, con la que no se ha contado para tomar esta decisión, y que está desarrollando el curso escolar en medio de grandes dificultades. Es, además, un obstáculo más para la conciliación, por la falta de antelación y los problemas que genera en madres y padres que ya han solicitado vacaciones y esperaban pasarlas con los suyos. El malestar es general y, desde fuera, lo comparto.
Esto llega después de meses de llamamiento al turismo masivo, hasta hace apenas tres días. De hecho, solo unas horas antes de decretar restricciones, el Presidente de Cantabria estaba aún lamentando el cierre perimetral de País Vasco y Asturias como “una mala noticia” para el turismo. ¿No había visto los datos? ¿No habla con el Consejero de Sanidad? ¿A qué se dedica?
Unas horas después, Cantabria también está cerrada y se prevé que pueda haber restricciones de movilidad entre municipios si la situación no mejora.
Con qué legitimidad nos van a exigir responsabilidad quienes han llevado la irresponsabilidad hasta el máximo grado. El descrédito de un sector de la clase política es cada vez más evidente, unos días después de ver las lamentables imágenes del ministro Illa, Casado, Arrimadas y compañía, en la “fiesta covid” de un diario digital, en pleno Estado de Alarma.
En Cantabria, la confianza que transmiten quienes dirigen este barco a la deriva no llama al optimismo. Ha quedado patente que ni siquiera son capaces de hacer caso a los informes técnicos. Han mentido. Hoy te exigen responsabilidad a ti, pero mañana volverán a hacer llamamientos irresponsables. Han demostrado ser incapaces de ver los problemas hasta que los tenemos encima. Imponen restricciones y exigen esfuerzos a la gente de Cantabria, pero ponen la alfombra roja al turismo descontrolado y masivo en mitad de una pandemia. ¿Para quién gobiernan?