Leía hace unos días a la presidenta del PP de Cantabria, María José Sainz de Buruaga, señalar el sector de la construcción de viviendas como clave para la recuperación. Lo remataba con una variación de la tradicional frase rancia, expresión habitual en la política autonómica: “hay que empezar a mover las máquinas ya”. A Revilla también se la hemos escuchado hace años; “lo han parado todo, no hay una pala trabajando en Cantabria”, dijo en época del gobierno de Nacho Diego, y recientemente: “tener la garantía de que por fin habrá palas trabajando de Palencia a Reinosa”.
Ya sean palas, excavadoras o, genéricamente, máquinas – porque lo que nunca harán las máquinas es fabricar máquinas, como dijo Rajoy –, el lenguaje de la obra aparece habitualmente en el debate político cántabro. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el modelo de los principales partidos de Cantabria sigue siendo aspirar al tipo de crecimiento económico que nos condujo a la crisis del 2008. Grandes infraestructuras y vuelta a la burbuja del ladrillo. El anteproyecto de la nueva Ley del Cemento es una clara muestra, que trata al suelo como un recurso ilimitado, para promover la extensión del modelo de la costa a todo el territorio, en vez de preservar su valor y proteger el interior de Cantabria de la especulación urbanística.
A veces se acusa a la política de emplear un lenguaje bélico. Quizá por aquello que decía Clausewitz de que “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. En Cantabria, más bien, “la construcción es la continuación de la política por otros medios”, o viceversa. Por eso las palas excavadoras son la metáfora elegida para hablar de crecimiento económico, porque, por desgracia, para quienes nos han gobernado en las últimas décadas, no existe otra forma de desarrollo que la transformación y, generalmente, destrucción del entorno.
No nos dejemos engañar ni demos por bueno lo que ya es costumbre. El fracaso de las políticas del hormigón es evidente. Sabemos que los lugares más desarrollados son, en realidad, los que más medios están poniendo para la protección del suelo productivo y de los espacios naturales. El suelo fértil es un recurso estratégico que debe ser preservado. Los paisajes, el patrimonio, la arquitectura tradicional, son valores que tenemos la obligación de conservar para el futuro.
Es necesario enriquecer y ampliar el debate político en Cantabria. Desde Cantabristas intentamos hacerlo: proponiendo, siendo críticos, defendiendo unos valores y una forma de entender lo que debe ser la política, pero, sobre todo, tratando de poner en el centro del debate el modelo de desarrollo y las alternativas que existen.
El primer paso es superar la visión cortoplacista que invade la política cántabra. Es necesario pensar en dónde queremos estar dentro de varias décadas y que implicaciones tiene cada decisión y cada política actual en ello. Dejar de confundir desarrollo y hormigón y asumir que el único futuro posible es menos gris y más verde.